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A mi ni me va, ni me viene, pero por comentar...

Que lunes más duro

Hoy ha sido una de esos lunes que, por motivos profesionales, me toca coger el tren a horas intempestivas de la madrugada y abandonar por unos días la comodidad del coche (y sus atascos). A las 6 y media de la mañana paso por “una plaza de entrada a Irun”, (Sr. Alcalde en DV 21-08-04) la plaza Txanaleta, si hombre, la plaza cochambrosa de colorines al lado del tren.

Los que hemos utilizado el tren con asiduidad y hemos cruzado bastantes veces esta plaza bajo la lluvia, conocemos lo divertido que es jugar al buscaminas, pero en versión humana: si pisas mal, te mojas el zapato. Podría hablar de torcerte el tobillo o de pisar un recordatorio canino, pero como parece que la están arreglando, os ahorro lo detalles.

Por detrás del centro Kunsthal, están las escaleras “usadas por gran cantidad de gente”. También parece ser que mucha gente las utiliza para dormir. Entre toda la basura y las montañas de desechos que hay, hoy 13 de septiembre de 2004 había 6 personas durmiendo en sus sacos de dormir junto a las escaleras. Eran inmigrantes y bueno, ni llovía ni hacía frío, pero muy cómodo no parece el sitio para dormir.

Y llegados a este punto, planteo dos interrogantes:
1 – Si son gente que están de paso, no hay en Irún un albergue donde poder acogerles un par de noches? O el Gazteleku solo se usa para que delincuentes juveniles jueguen a la Play?
2 – Si son usuarios habituales de las escaleras, porque se les deja dormir ahí tranquilamente? Donde pasan el resto del día y haciendo que? Porque la trasera de esa plaza es un sitio ideal para llevarte un buen susto si se te aparece alguien con malas intenciones. Exagero? Tal vez, pero a los hechos (de la parte vieja donostiarra) me refiero. (DV, este verano).

Saludos.

2 comentarios

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

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Gracias :)

Toño -

Irún, ciudad sin ley. Obras y más obras que sin duda sirven como tapadera para la pésima gestión que el ayuntamiento hace de tu dinero y del mío. ¿Verdad, señor Santano?